El Duelo por muerte de Padre o Madre es una de esas pérdidas de las que no vamos a poder escapar en la vida.
Y a pesar de ser algo tan esperable, no estamos preparados para ello en muchas ocasiones.
Y es porque el Duelo no entiende de edad. Ya que se trata de la pérdida de alguien que siempre tendrá un lugar «único e irreemplazable».
Podemos tener a lo largo de la vida varias parejas, distintos amigos… pero solo tenemos un Padre y una Madre. Y cuando faltan aparece un vacío en nuestro corazón.
Duelo por muerte de Padre o Madre: Características
Se trata de un Duelo que suele contar con muy poco apoyo. Porque acostumbramos a trivializar aquello que no comprendemos. Y hablamos como expertos en la materia que no se implican emocionalmente.
Por ello decimos cosas como:
«Bueno, pues ya era muy mayor. Era ley de vida. Ellos se van antes que los hijos, etc.».
Sin embargo, nada de eso alivia.
No puedes escapar a ese sentimiento de dolor, a esa sensación de vacío inexplicable. Parece que se ha movido el suelo bajo tus pies y te has quedado colgando en el abismo.
Y es que han muerto esas personas que te han dado la vida. Y ahora eso parece tener más sentido que cuando estaban vivos. La muerte y la vida conviviendo juntos en el mismo espacio.
Y además del dolor se une ese extraño sentimiento de orfandad, que es una palabra en la que nunca antes habías pensado. Y aparece una desorientación vital. Y todo parece extraño.
Hemos perdido a nuestros referentes
Ellos han sido nuestros referentes para bien y para mal.
Para hacer lo mismo que ellos nos enseñaron. O tal vez para hacer lo contrario… pero su gran influencia ha estado ahí siempre.
Ellos son los que nos han ofrecido unos valores, unas normas, y nos han mostrado cómo podemos enfrentarnos al mundo. Lo hayan hecho como lo hayan hecho.
Y normalmente, somos las personas a quienes Ellos más han querido. Y eso tiene un peso enorme.
Nadie puede ser indiferente a sus Padres. Tal vez haya amor, o tal vez resentimiento u odio en algunos casos… pero muy pocas veces sentiremos indiferencia.
Duelo en hijos que viven con sus padres
Este Duelo suele ser más intenso en personas solteras y/o que no tienen hijos. Y especialmente si estaban viviendo con el Padre y/o la Madre.
El Duelo será más intenso porque aquí debemos superar la pérdida física de su compañía, su protección… y la soledad y el sentimiento de vulnerabilidad es mayor que en el caso de tener pareja e hijos.
Y aparecen la Tristeza y la Culpa…
La Tristeza, que es la emoción asociada a la pérdida de alguien a quien ya no vamos a ver nunca más.
También es normal que aparezca la Culpa, porque nuestra mente recorre la biografía y de pronto recordamos que no les agradecimos lo suficiente, que no les mostramos todo el afecto, que les dedicamos poco tiempo…
La “orfandad” que produce vértigo
Otros sentimientos que aparecen: la apatía, la sensación de desprotección… y el revivir de momentos de la infancia sintiéndonos «niños huérfanos».
Y aunque hayas construido una familia, tu Padre y tu Madre son las personas que te unen al al árbol de la vida. Y al perderlos quedamos colgando sin anclaje en la parte superior. Se ha roto un vínculo que era muy fuerte.
El dolor aumenta cuando no hay despedida
Este dolor puede intensificarse, especialmente, cuando no ha habido despedida. Tal vez ha muerto repentinamente y no has podido estar en ese momento final que es muy importante en los duelos.
En ese caso te aconsejo que hagas un ritual de despedida que te indico en el apartado siguiente.
Consejos para afrontar el Duelo por muerte de Padre o Madre
1. Lo principal es que te permitas vivir el Duelo.
Y hazlo, tengas la edad que tengas, porque un Padre y una Madre son dos personas muy importantes en nuestras vidas y su pérdida no nos va a ser indiferente.
No lleves el hecho a la mente. El Duelo va de sentimientos, de afectos, de vivencias… y se supera transitando esa tormenta a pecho descubierto. Por ello baja el ritmo y deja espacio y tiempo para sanar tu corazón herido.
2. Dale espacio a la Tristeza.
Porque seguramente te acompañará durante unos meses, aunque creas que lo tienes asimilado o que casi no te acuerdas de él/ella. Y vendrá en distintas formas: apatía, cansancio, lágrimas fáciles… E incluso problemas para dormir, que es uno de los síntomas del Duelo.
Si no te permites la Tristeza pueden aparecer enfados repentinos, ansiedad, exceso de susceptibilidad… Porque tu cuerpo te está pidiendo parar y descansar para sanar el dolor de la pérdida.
Recuerda también que el Duelo se activa en fechas señaladas: el día de los Santos, en Navidades, en su cumpleaños, la fecha de su muerte… y solo tienes que permitirte, con generosidad, vivir esa tristeza que se activará y que será más tenue con el paso del tiempo.
3. Compartir con los demás.
Date permiso para hablar de ello con tu pareja, tus amigos… porque «el dolor que no habla, gime en el corazón hasta que lo rompe» (W. Shakespeare).
Habrá personas que no quieran que hables del tema porque te emocionas y creen que es peor porque te disgustas. Pero eso no es cierto. Busca a aquellos que sean receptivos y que quieran escucharte.
Pero sobre todo cuéntaselo a tus hijos, si los tienes. Saca sus fotos, habla de tu infancia, háblales de su abuelo/abuela y recuérdales sus orígenes. Este homenaje es necesario porque muchos de sus rasgos siguen vivos en vosotros. Y cuando una persona es recordada, vive para siempre en nuestro corazón.
Podéis crear un álbum familiar con fotos de él/ella, dibujos, músicas… y este ritual creativo será positivo para todos. Recordarás cosas que tenías olvidadas y eso te devolverá tu historia y tu biografía juntos.
Haz un ritual homenaje con tus hermanos. Podéis organizar un día especial en su nombre. Y comer su comida favorita mientras habláis de él/ella ella en la comida permitiendo las lágrimas. Y solo así llegarán también las risas por los buenos momentos. Podéis cerrar el ritual con una canción, poesía, oración… o con cartas de agradecimiento escritas por vosotros, ya que esta es la mejor manera de sellar un duelo.
4. Acepta la posibilidad de vivir una Crisis Personal.
Los Duelos nos confrontan con nuestros miedos y nos traen de nuevo esas preguntas que olvidamos con las prisas de la vida:
- ¿Qué hay después de la muerte?,
- ¿Para qué estoy vivo?,
- ¿Es esta la vida que quiero llevar?,
- ¿Soy la persona que quiero ser?
- …
Y todo esto puede traer una crisis personal asociada a un cambio de ciclo.
Esta crisis puede durar entre 6 meses y un año aproximadamente. Te aconsejo que no tomes decisiones drásticas hasta que el Duelo no haya terminado, porque en mitad de la tormenta no vemos con claridad.
Y recuerda que una crisis es una oportunidad de crecimiento y apertura. Vívela con naturalidad y generosidad hacia ti.
5. Si no ha habido despedida final puedes hacer este ritual:
- Escríbele una carta con lo que te hubiera gustado decirle en la despedida. Incluyendo las 4 frases del Ho´oponopono: «Lo siento, perdóname, gracias, te amo».
- Crear un pequeño altar donde poner la carta, su foto, algún objeto personal, flores, una vela,… Y puedes ir ahí a expresar tu tristeza, rezar, meditar, hablarle, escuchar música, leer poesías o escritos espirituales… Y leer la carta en voz alta imaginando que en algún lugar te está escuchando.
- Mantén el altar el tiempo que necesites. Y puedes añadir o quitar cosas.
- Cuando lo sientas, puedes quemar la carta y llevar las cenizas al cementerio, si está allí. O puedes llevarlas a otro lugar. Por ejemplo enterrarlas en el campo y plantar un arbolito. O llevarlas a algún lugar significativo para él/ella y dejar una flor, una piedra con un dibujo…
6. En todos los casos: Rituales Familiares o con Amigos
Los rituales asociados a la muerte son indispensables para elaborar bien el Duelo. Y empiezan con el tanatorio, el entierro, la misa funeral…
Tienen un gran poder calmante, permiten expresar lo que sientes y disfrutar de la solidaridad y afecto de los Otros. Además generan un entorno donde poder hablar del fallecido, y eso es fundamental.
Si eres religioso, puedes hacer una misa funeral en su nombre. Y si no lo eres, puedes organizar un homenaje civil.
El Duelo es un proceso de crecimiento personal y autoconocimiento
Porque el Duelo habla de nuestros afectos, de las personas que queremos y que nos importan. Habla de amor, de dolor, de vida y de ausencias.
El Duelo es tuyo, habla de ti y es sano que lo elabores. No dejes que quede congelado dentro porque tarde o temprano saldrá. Y será en otro momento donde tus defensas estén bajas.
El Duelo enseña a vivir. No renuncies a este maestro.
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