Duelo Anticipado: cuando el final está anunciado
Es el duelo que aparece cuando recibimos la noticia de que nuestro ser querido tiene una enfermedad terminal y entra en la recta final de su vida.
El Duelo Anticipado afecta al enfermo y a los familiares.
Prepararse para la muerte no es algo fácil. Se trata de ir dando pasos al mismo ritmo en que la vida te acerca al final del camino.
La preparación para una muerte anunciada requiere una buena comunicación entre el paciente y la familia. Esto supone un esfuerzo extra y de valor en un momento delicado: el de sostener las emociones de cada uno y las del otro. Nada fácil.
A veces, es necesaria ayuda y mediación externa de personal especializado en duelo. Personas que ayuden a romper el silencio y las conductas de evitación que produce el miedo en esta situación.
Merece la pena dejarse ayudar en estos momentos que son de los más importantes y trascendentales que vamos a vivir, tanto acompañando a nuestro ser querido como siendo acompañado si eres el enfermo.
Estos momentos deciden y configuran quien eres, cómo te miras al espejo y cómo de confiable eres como persona.
Y si lo has hecho correctamente sentirás una gran paz y satisfacción. Serás más ancho, más largo y más profundo como ser humano.
Para actuar correctamente es importante que sepamos de este tema, porque ahora no lo enseñan en ningún sitio. Y debería ser material obligatorio en la escuela: aprender a vivir, a morir, a acompañar y a despedir.
Necesidades de las personas que saben que van a morir
Nada te hace sentir más insignificante que estar ante una persona que sabe que va a morir. Y además mira con valor la última parte de su vida.
O ante sus familiares que deciden romper la «conspiración del silencio» para acompañar a su ser querido en el último tramo de su historia en común.
Y es curioso ver que los deseos de las personas en Duelo Anticipado se parecen mucho:
- En primer lugar, quieren dejar cerrados asuntos de tipo económico, legal y testamento para facilitar el futuro a sus familiares. Una vez seguros de haber zanjado estos temas, empiezan a preocuparse de ellos mismos.
- Aparece la voluntad de realizar pequeños proyectos pendientes: excursiones, encuentros… siempre adaptados a sus posibilidades físicas y mentales.
- Desean dar sentido a su experiencia vital y responder a preguntas y anhelos íntimos: ¿Mi vida ha merecido la pena? ¿Qué he creado? ¿He dejado un legado por el que se me pueda recordar? ¿familia, proyectos…?
- También quieren perdonar y ser perdonados para no partir con ese lastre, que ahora perciben como innecesario.
- Y expresar a sus seres queridos amor y agradecimiento por lo vivido. Despedirse bien. Pronunciando sin miedo, las palabras deseadas.
- Necesitan mucho amor, ser tocados, recibir afecto físico y verbal. Aunque no lo digan de palabra suelen agradecerlo mucho. Incluso cuando han sido personas frías en el pasado.
- Quieren hablar de sus pensamientos, sentimientos, miedos… sin necesidad de que le demos soluciones. Solo quieren expresarlo y que alguien recoja estas palabras con valor y sin pretender que calle.
- Expresar en voz alta los propios sueños y deseos no realizados. Esas cosas que van a quedar pendientes…
- Saber que en el momento final no van a sufrir y va a haber tranquilidad. Normalmente desean morir en casa rodeados de su familia, de sus cosas, de sus recuerdos…
- Y aparece una necesidad de espiritualidad y trascendencia que quizás antes no había aparecido en su vida. Y vuelve la pregunta: ¿Qué he dejado aquí que pueda ser recordado?
Y ahora… ¿Te has planteado qué harías si te quedasen 3 meses de vida?
¿Cómo querrías ser tratado por familiares, amigos, médicos?
¿Te gustaría saber la verdad? ¿Estarías preparado para enfrentarte a ese diagnóstico donde se certifica que entras en el último tramo de tu vida?
¿O preferirías la “conspiración del silencio” donde todos niegan la situación y no se puede hablar abiertamente del tema?
Decídelo ahora y déjalo por escrito expresado a tus familiares ya que a veces se da un excesivo paternalismo, fruto del miedo, y deciden no contarte la verdad.
Aunque te digo una cosa por experiencia:
En el fondo, todos saben la verdad, aunque no se haya hablado claramente. Hasta el propio enfermo.
Decir adiós siempre duele
Espero que todo lo anterior te invite a la reflexión ya que hablar de duelo es hablar de muerte, pero también de vida.
¿Vas a esperar a que te queden 3 meses de vida para hacer todo lo que te gustaría hacer o decir? ¿Qué tal si empiezas a cumplir tus sueños para que no te queden pendientes?
Decir adiós siempre duele, pero irse sin decir adiós duele mucho más.
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De nada Dori, me gusta seguir tu blog ya que encuentro muy interesante todo lo que escribes en él.
Y sí, llevas todo la razón, también sería importante perdonar a aquellas personas que me hayan podido dañar a mi para que se sientan mejor ellos también y luego eso no le «pese» el día que le llegue su partida o estando en vida.
Gracias por tus consejos.
Un abrazo
Hola Dori:
Si supiese que me quedan tres meses de vida me gustaría hacer más o menos lo mismo.
Me encantaría ser lo suficientemente valiente para afrontar la llegada de mi partida con total normalidad y sin hacer sufrir a los demás. También me gustaría ser perdonado por aquellas personas a las que a lo largo de mi vida en algún momento las haya hecho sentir mal, ofendido o les haya podido hacer cualquier daño.
Y lo más importante, estar al lado de mi compañera de viaje desde ya hace muchos años e hijos…
Un saludo
Y no olvides que tú también puedes dar tu Perdón a aquellas personas que tal vez te hirieron en el pasado. Seguro que lo necesitarán para ir hacia adelante.
No solo ofendemos nosotros. A veces los demás también nos ofenden y necesitan ser perdonados.
Hay cuatro palabras mágicas para despedirse de la vida:
– Gracias por todo lo que me has dado.
– Te amo, que nunca se te olvide.
– Te pido Perdón por mis ofensas.
– Te Perdono para irme en paz.
Me alegro de que lo tengas tan claro Miguel. Muchas gracias por seguirme.
Un abrazo.