Hace tiempo leí una frase que llevo conmigo siempre: “La muerte es un misterio: no existe un Por Qué, existe un Cómo” afrontarla.
Si no resuelves el problema, cambia la pregunta. No te quedes encapsulada en el Por qué sucedió. Busca el Cómo superarlo. Elige bien tus preguntas.
El Cómo te lleva a la persona en la que te vas a convertir cuando resuelves el problema. Te lleva al futuro, a la resolución, a la proactividad.
El Por Qué puede servir por un tiempo, pero cuidado porque te puedes anclar en el pasado: en lo que hiciste. A veces incluso significa que no quieres resolver el problema, solo averiguar la causa y los culpables. Y así te quedas tranquila sabiendo que «no es culpa tuya».
Culpabilidad vs. Responsabilidad
Averiguar la causa está bien, pero cuidado con quedarte en ella y anclarte en la postura de Víctima.
Cuando averiguas Cómo superarlo, te colocas en otra posición distinta a la inicial. Y es que más arriba de la montaña puedes ver paisajes que no veías desde abajo. Y ahora tal vez averigües el por qué.
Quizás el Por Qué del problema era que necesitabas más habilidades para enfrentarte a él.
Elige preguntas empoderantes
Steve Jobs decía algo así:
“No me digas por qué no puedes resolverlo, solo dime lo que sí vas a hacer”
Para tener buenas respuestas, has de hacerte buenas preguntas.
Las preguntas buenas son las que te empoderan y te llevan hacia adelante.
Busca el equilibrio entre ambas preguntas y no concedas al Por Qué más tiempo del necesario.
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